Miércoles11La leche materna es el mejor alimento que existe para un recién nacido, además de prevenir el contagio de ciertas enfermedades respiratorias, según algunos estudio, representa esa unión de amor tan especial entre madre e hijo, la lactancia te ayuda a crear un vínculo muy fuerte con tu pequeño. Al amamantar, tu bebé también se «nutre» de tu cariño, el contacto directo con tu piel, y la seguridad de estar en tus brazos.
eso sin mencionar que es ecológico y económico.

Tu leche contiene todas las sustancias nutritivas que tu bebé necesita, incluyendo hormonas y componentes que no se encuentran en ninguna de las leches de fórmulas infantiles. ¿Sabías que su composición nutritiva cambia y se ajusta a las necesidades del niño a medida que él crece y se desarrolla?

Amamantar es sin duda todo un reto, muchas dudas y contratiempos ocurrirán antes de que tú y tu hijo se adapten y lo hagan correctamente. ¡Tendrán que aprender juntos!

¿Cómo empezar?

La primera vez que tengas en brazos a tu hijo ponlo en tu pecho. En un inicio tu cuerpo producirá una leche especial llamada calostro, que ayudará a proteger a tu bebé contra las infecciones. El estómago de tu recién nacido es muy pequeñito así que no necesita mucha leche para llenarse, a medida que su pancita crezca, tu producción de leche aumentará y se adaptará para satisfacer sus necesidades.

Coloca a tu bebé de manera que todo su cuerpo esté volteado hacia tu cuerpo, “panza con panza”. Acomoda su labio superior o la mejilla rozando tu pezón para estimular el reflejo de búsqueda con su boquita, cuando la abra bien, aprovecha para acercarlo. Recuerda que su boca no sólo debe cubrir el pezón, sino toda la areola (la parte oscura que rodea al pezón).

Conserva la calma, sobre todo si a tu recién nacido le cuesta encontrar el pezón o mantenerlo en la boca. Lactar es un arte que exige un poco de paciencia y mucha práctica y nadie espera que sepas hacerlo desde el comienzo, así que no dudes en pedir a una enfermera o pariente que te ayude mientras todavía estés en el hospital o en los primeros días en casa.

Si tu bebé nació prematuro, tal vez no puedas darle amamantarlo inmediatamente, pero sí puedes empezar a extraerte leche. Tu bebé la recibirá a través de un tubo de alimentación o un biberón hasta que esté lo suficientemente fuerte como para succionar de tu pecho.

Recuerda que amamantar no debe ser doloroso, así que si sientes dolor, interrumpe la succión del bebé deslizando un dedo tuyo entre sus encías y el pezón y vuelve a colocarlo asegurándote de que tenga la boca bien abierta. Una vez que esté bien colocado en el pecho, él solito se encargará de lo demás.

El amor y la paciencia son piezas claves en esta etapa, inténtalo y no te frustres. Y Si por alguna razón no es posible que amamantes a tu bebé, no debes sentirte culpable. ¡Ánimo!