CC_ABR_Q2_blog2Sabemos que es difícil oír llorar a tu bebé, pero ten en cuenta que como los bebés no saben hablar, se comunican con el llanto. Si tienen sueño, hambre, si están aburridos, y a veces incluso parece que lloran porque sí, sin motivo. Quizá pueda necesitar que lo alimenten, lo ayuden para eructar o lo cambien. Tal vez es tiempo de una siesta, un cambio de posición o un tiempo en la mecedora.

Si tu pequeño parece estar bien pero el llanto continúa, haz todo lo que esté a tu alcance para conservar la calma. Si te pones nerviosa o te alteras, es posible que el llanto empeore. Recuerda que llorar no le hace daño a nadie, incluido el bebé. Confía en tu capacidad para cuidar de él y reconoce las situaciones en las que necesitas ayuda.

Aquí te damos algunos tips para calmar el llanto:

  1. Cargarlo: los brazos preferidos son los de mamá. El contacto con ella le hace recordar lo a gusto que estaba en el útero materno.
  2. Dar un paseo: todos los papás lo dicen. Algunas veces lo único que funciona es sentar al niño en su cochecito y andar un ratito por la casa o por la calle, incluso algunos optan por subir al bebé en la silla del coche y dar una vuelta a la manzana.
  3. Masaje: las caricias en la pancita o en la espalda también calman al bebé. A veces los gases le hacen daño y un suave masajito le vendrá increíble. Lo ideal es que esté acostumbrado a recibir masajes, por eso hay que hacerlo de forma habitual: un ratito antes del baño, por ejemplo.
  4. Desnudito se está mejor: puede ser que el pañal le apriete o que tenga cólicos, liberarle del pañal y déjale patalear a sus anchas, ¡puede funcionar!
  5. Un paseo por la casa: el aburrimiento también es motivo de llanto. Si le das un ruta por la casa, enseñándole un cuadro, contándole qué ves en la cocina… se calmará.
  6. El arrullo: en el útero materno el bebé estaba apretadito y protegido y de repente, ¡todo el espacio para él! Esa pared blandita que le resguardaba cuando estaba en la tripita de mamá ha desaparecido y eso a veces le resta seguridad. ¿La solución? Envolver al niño en una toalla, chal o mantita. Así se sentirá menos vulnerable.
  7. Dale el pecho: es la solución estrella porque engloba muchas medidas como el calorcito de mamá, el sonido de su corazón, el estar en brazo, además de que la le hará sentir bien.

Lo que nunca hay que hacer:

  • Darle tranquilizantes, tila o infusiones.
  • Dejarle llorar para que “no se acostumbre a los brazos”.
  • Ponerse nervioso: si no podemos evitarlo, es mejor dejar que tranquilice al niño otra persona. Cuanto más nervioso estés, más nervioso estará el niño.
  • Reñirle. ¿Por qué? Porque no sirve absolutamente de nada. Todo lo contrario: probablemente llorará más.
  • Zarandearlo, ya que los huesos de su columna y su cabecita son frágiles.